
A Josefo le arrebataron la juventud con apenas 25 años en una noche gris de 1979. La suya es una de esas historias terroríficamente reales que te hacen aguantar la respiración, que te arden en el pecho y que, en parte por el paso de los años y en parte por el desinterés de una clase política excesivamente desmemoriada, van quedando poco a poco olvidadas, sepultadas bajo la pesada e injusta losa del tiempo.